viernes, 1 de febrero de 2013

Perspectivas Electorales 2013

Publicado originalmente en la revista Ideas Naranjas de Juventudes VP en la edición de enero de 2013

Partamos de un escenario donde hay dos elecciones este año 2013: una ya definida en calendario (municipales) y otra para una nueva elección presidencial.

Planteado este escenario cabe preguntarse ¿La oposición tiene la capacidad y la posibilidad real de concretar victorias electorales importantes en ambas elecciones?

Estas líneas se plantean presentar un análisis sensato para responder esta última pregunta. Se concluirá que la oposición no tiene capacidad de construir victorias nuevas e importantes en las elecciones municipales (conservando sólo los espacios que tiene hoy) y que no podrá ganar la elección presidencial a pesar de la ausencia de Chávez.

Esta conclusión se alcanza luego de responder cuatro preguntas derivadas de la que nos permite iniciar nuestro planteamiento:

1. ¿Qué es lo más importante para el elector a la hora de elegir hoy?
2. ¿Qué elementos de las estrategias de cada bando contribuyeron en mayor medida para los resultados finales, tanto el 7O como el 16D?
3. ¿Qué indicadores debemos revisar para proyectar resultados?
4. ¿Qué debería hacer la oposición para ganar? Y eso lleva a otras 2 preguntas más a fondo: ¿Está haciendo lo necesario para ganar? ¿Es posible hacerlo dadas las condiciones hoy?

La primera pregunta tuvo grave importancia los días posteriores al 7 de octubre. Esto se debe a que muestra la efectividad de cada campaña para acrecentar la base de votos, disminuir la votación del contrario y concretar victorias. Siguiendo algunos comentarios de Luis Vicente León, Werner Corrales y otros especialistas, podemos rescatar 2 tipos de variables que tienen incidencia:

1. Variables objetivas: Al elector le importa tener un empleo, sentirse seguro y tener condiciones materiales dignas.
2. Variables subjetivas: Al elector también le importa y tanto como las variables objetivas, sentirse parte de algo, sentirse protegido y atendido, y sentir que puede superarse.

Partiendo ahora a nuestra segunda pregunta, se pueden encontrar elementos claros de diferenciación entre la Oposición y el Oficialismo.

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El primero basó su campaña en las variables objetivas, ofreciendo planes para el empleo y la inseguridad, e intentando personalizar la elección entre “lo que te conviene a ti para el futuro, y lo que te ofrece hoy el gobierno”, buscando definir la elección no entre Capriles y Chávez, sino entre “Tú y Chávez”.

Por su parte el oficialismo basó su campaña en las variables subjetivas, sobreponiendo a las realidades objetivas el asistencialismo, el discurso populista y el simbolismo religioso, que buscaba acercar al líder de la revolución a una figura divina por medio de la compasión y la solidaridad producto del estado de salud de Chávez.

Los resultados del 7-O nos dicen claramente que las estrategias de cada bando tuvieron un efecto positivo sobre sus electores potenciales y sobre los electores indecisos, teniendo alta participación como resultado una abstención relativamente baja.

Sin embargo, el oficialismo pudo capturar muchos más votos de los indecisos, mientras que la oposición sólo consolidó su base electoral.

Para el 16D, las condiciones cambiaron. Por un lado no existió para ningún bando un líder nacional que apoyara a los líderes locales en su campaña, por el otro, la oposición se desarticuló en discurso mientras que el oficialismo se consolidó en torno a la figura de Chávez. Haciendo estudio de la interacción de estos 3 elementos podemos definir que indicador será clave para determinar los resultados del año entrante y podremos responder nuestra tercera pregunta.

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Se debe empezar diciendo que la abstención fue un factor irrelevante. Haciendo una evaluación de la caída de la participación en cada bando entre la elección del 7O y el 16D, tenemos que la diferencia entre el oficialismo y la oposición apenas alcanza un 0,37% a favor del oficialismo, pero que en términos estadísticos es igual a Cero (0).

 A pesar de la convicción popular que decía que el aluvión del oficialismo nos acabaría como producto del sentimiento de fracaso por la derrota de octubre, la participación de bando y bando se mantuvo.

La oposición ganó 48 municipios el 7O, le arrebató 8 al oficialismo el 16D pero perdió 21 en esa misma elección, lo que termina con un saldo de 35 municipios que se conservan después de diciembre.

Una de las más claras diferencias entre el oficialismo y la oposición en las elecciones del 16D fue la ausencia del líder nacional. Chávez desaparecido por su enfermedad y Capriles concentrado en ganar Miranda. Esto obligó a cada bando a llevar las campañas locales sin figuras aglutinadoras de envergadura nacional. Sin embargo, el oficialismo mantuvo como bloque monolítico un mismo discurso: la revolución sólo se garantiza con los candidatos definidos por el líder máximo de la revolución, por lo que votar por ellos es garantía de que Chávez siga en el poder.

Ya no es “Chávez como hombre presente”, sino como “la defensa del legado Chávez”. En contrapartida, la oposición abandonó grandes avances en la unificación del discurso, que permitía presentarse ante la sociedad como una alternativa viable a la Revolución socialista. Entre los elementos que abandonó al fragmentarse y desarticularse producto de la derrota el 7O, fueron las primarias como expresión de la Democracia y la Unidad como símbolo del trabajo mancomunado y reconciliación que debe existir en el país.

Retomando las variables adicionales a la unidad de discurso tenemos una variable clave: los liderazgos locales.
Si el liderazgo local es fuerte y pertenece al oficialismo, entonces arrebatará espacios a la oposición a pesar de que su figura más importante –Chávez- no lo acompañe. Si el liderazgo local es fuerte y pertenece a la oposición, entonces conservará espacios a pesar de la unidad del discurso oficialista y la ausencia de una figura nacional girando, o en el mejor de los casos, arrebatará espacios al oficialismo.

En el caso del liderazgo local fuerte del oficialismo el mejor ejemplo es Vielma Mora. No sólo ganó la gobernación de Táchira, sino que le arrebató a la oposición 10 municipios que se habían ganado el 7-O. De estos 10, 5 municipios podemos afirmar con claridad que fueron obra del liderazgo de Vielma Mora (la votación oficialista aumentó entre 2 y 3 veces el promedio de la participación entre el 7-O y el 16-D). El mejor ejemplo de liderazgo fuerte dentro de la oposición es Guarulla, quien le arrebató el municipio capital al oficialismo y aumentó en términos absolutos los votos para la oposición. En el caso de liderazgo débil del oficialismo es Adan Chávez.

A pesar de ganar el estado, la oposición le arrebató la ciudad de Barinas y no por mejorar su votación con respecto al 7-O, sino porque el oficialismo tuvo un muy mal resultado allí. Casos de liderazgo débil de la oposición tenemos a Lester Rodríguez en Mérida y Salas Feo en Carabobo. En el último caso, el oficialismo le arrebató Valencia pero debido a la baja participación de la oposición en esa ciudad. La ausencia del líder nacional girando por el país se sintió más en la oposición que en el oficialismo. En el Edo. Táchira, pero aún más en el Edo Trujillo, la caída de los votos de la oposición en relación al 7-O evaluando la media de participación del 16-D sólo indica que la gente en esos estados votó por Capriles más allá de Pérez Vivas y José Hernández, y que éstos necesitaban a Capriles para ganar.

Estos cambios relativos en las victorias electorales que hemos detallado acá producto de los liderazgos locales y de la ausencia del líder nacional son más bien irrelevantes. Apenas el 17% de los municipios (56 de 335) reciben un impacto directo de estas variables. Los otros 279 municipios conservan de manera incontrovertible la supremacía oficialista. A pesar que en 74 municipios la participación de la oposición fue mejor en comparación al 7O, es decir, hubo un crecimiento, sólo se pudo concretar victoria en 4 de esos municipios.

A diferencia de los votos del oficialismo, los votos de la oposición son más dispersos, de hecho son un 30% más disperso1, lo que nos dice que en promedio los votos del oficialismo son más rígidos. Entre las razones que encontramos para la rigidez de la votación oficialista está el discurso único, que permite corregir la ausencia del líder, potenciar a los líderes locales fuertes y suavizar la mala imagen que se tiene sobre los liderazgos débiles.
Así mismo, la ausencia de un discurso único de la oposición deja al descubierto ausencia de líderes nacionales, debilita nuestros liderazgos fuertes y potencia de manera negativa nuestros liderazgos débiles.

Ejemplo de esta situación está en los resultados: sólo ganaron por parte de la oposición candidatos que ya eran gobernadores, con un perfil de liderazgo fuerte; no ganó ningún candidato electo en primarias (¿quien defendió las primarias durante la campaña regional?); y la oposición recibió reveses importantes en estados como Portuguesa y Trujillo.

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En función de estos argumentos, se vaticinan nuevas derrotas en las elecciones municipales y en una nueva elección presidencial. No hay manera que la oposición construya un discurso único y coherente con tan poco tiempo y su principal condicionante es la heterogeneidad de actores a coordinar. Luego de la derrota del 7O, los avances en ese sentido se perdieron casi por completo. Asumiendo que la oposición pudo alinear intereses y volver a trabajar en torno a un mismo discurso, no existe un discurso que pueda hacer frente al oficialista.

Aun si se retomara la democracia y la unidad como mensajes fuerza, se necesita más elementos clave dentro del discurso, como la superación de la pobreza y la reconciliación nacional. Un discurso sólido con estos 4 elementos, más un feroz ataque a la gestión del oficialismo pudiese ser lo único que permitiría disminuir votos oficialistas.

El problema de la ausencia de Chávez no es problema de la oposición, porque no nos hará ganar más votos. El problema de la oposición es como hacer para que las personas que votaron por Chávez no lo hagan ni por quienes dicen representarlo ni por Nicolás Maduro este 2013.

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