domingo, 26 de junio de 2011

Activista de Voluntad Popular, el cambio comienza en nosotros

Publicado originalmente en Facebook, el 22-06-2011

Un drama que tenemos hoy en Venezuela es que no hay capital social. La desconfianza está por doquier y se alimenta de la intolerancia, la polarización política y la inseguridad. Como venezolanos nos hemos atomizado, reduciendo nuestro círculo de confianza a nuestra familia y más íntimos amigos. Para construir una mejor Venezuela se necesita de mucho trabajo, pero ante todo, de trabajo en equipo. Y nuestro equipo no podrá nunca construir esa Mejor Venezuela en la medida que no trabaje sinérgicamente unida y alimentada por la esperanza y el deseo de tener una vida plena, digna. Una condición para la realización de este sueño es que como venezolanos tengamos un punto de encuentro, que podamos acercarnos sin el temor de poner en riesgo nuestra vida, ni el temor a ser incomprendidos ni apoyados. Para trabajar como equipo necesitamos confiar en que el otro quiere lo mismo que yo, y que más allá de sus diversos pareceres, quiere también trabajar por ello.
Parte importante de esto último me motivó a cambiar de trabajo, a unirme a un grupo de personas que entendían que nuestro problema como venezolanos estaba en la reconciliación nacional, en la construcción de puentes sociales, en brindarle herramientas a las personas con menos oportunidades para poder surgir. Así se creó Voluntad Popular, y durante 2 años estuvo construyendo en Venezuela tejido social, canales basculantes para resolver los problemas de la gente, trayendo esperanza y convicción de que una Nueva Venezuela es posible. Este discurso fresco tiene contenido y gente de excelentísima calidad lista para dar lo mejor de sí por el país.
Siguiendo con nuestros ideales y el principio que no hay mayor verdad que la que refleja nuestra acción, hemos decidido demostrar nuestro talante democrático por medio de elecciones, abiertas, paritarias y con voto multimodal. Nos hemos concentrado en trabajar en nosotros, en nuestra estructura e institución para estar lo mejor organizado para los nuevos retos que se vienen, y seguir demostrando que con nuestras acciones estamos llamados a transformar la política en Venezuela.
Estamos ante una dura prueba y yo les pido, les imploro que no olviden por quien trabajan, por qué hacen campaña y que quieren conseguir con el cargo al que se postulan. No olviden que ya nos encontramos en una sociedad dividida, polarizada que no cree ni en sus instituciones ni en los ciudadanos con los que comparte sociedad; no olviden que estamos recreando el escenario de las primarias de la oposición, y que está en nosotros demostrar que se pueden llevar adelante contiendas electorales con respeto, consideración y compostura, sin trampas ni ventajismo; recuerden que nos jugamos la institución, y que este proceso es para sumar y no para dividir o restar; recuerden que por sobre todas las cosas, el cambio empieza en nosotros y lo que tanto reclamamos a nuestros contendores tenemos que reclamárnoslo primero a nosotros mismos, pero con mucha más vehemencia.
Un elemento fundamental en el ser del activista, es que como individuo entiende que sólo por medio de su acción puede transformar su entorno. Un activista entiende que sus acciones son transformadoras, y es así como asume la responsabilidad de su situación y no busca culpar al gobierno, o a la comunidad o a la “viveza criolla” de cómo se encuentra, sino que entiende que el mayor responsable es él, y está en sus manos vivir mejor.
Somos activistas de Voluntad Popular, asumimos la responsabilidad de nuestra situación y predicamos con el ejemplo lo que deseamos para el país. Si queremos un país unido y reconciliado, con una visión de país compartida para tener a toda la sociedad venezolana como un gran equipo, debemos empezar siendo un gran equipo aquí en Voluntad Popular.
Es normal que se creen alianzas y adversarios momentáneos, eso no es reprochable. Sí lo es que se actúe deshonrosamente, calumniando al otro y buscando con amiguismos obtener ventajas de información y de recursos para la campaña. Les digo, que los veo como espectador y parte de la maquinaria que lleva el proceso: ésta es su oportunidad de brillar, y al hacerlo, toda Voluntad Popular lo hará.
¡Sigamos siendo innovadores, sigamos siendo ejemplo, sigamos adelante, que el 10 de julio haremos historia!

Las Dos Caras Del Mercado Laboral en Venezuela

Ensayo presentado al Concurso de Libertad y Prosperidad. Escrito el 20-07-2009
Queremos ayudar a los desfavorecidos y con esa idea en mente planeamos y diseñamos las políticas públicas. En el caso del mercado laboral, donde empleados y patronos interactúan libremente dando como resultado los contratos laborales, el Estado siempre les ha dado el espaldarazo a los empleados. Ellos son los que la tienen difícil, porque su poder de negociación es relativamente menor que el de su par empleador. Este, es quien combina los factores productivos y sólo contrata en función de lo que necesita. Tiene los recursos económicos para sortear con mayor facilidad las crisis, no es como el empleado, que sólo cuenta con lo que recibe de vender su fuerza de trabajo en el mercado. Para él, trabajar es igual a vivir, porque su subsistencia y la de su familia dependen de ello.
Los hacedores de política se han dado cuenta de esta aberración, y por eso han intervenido al mercado. Con consignas como: “Los salarios del empleado no pueden estar jamás condenados a la libre interacción del mercado. No podemos permitir que la subsistencia de miles de familias se vean afectadas por cosas tan abstractas como la sobre oferta de mano de obra”. Parte su afán por dar justicia y con ello se establecen las políticas laborales que todos conocemos.
Tenemos años viviendo con estas políticas inspiradas en el sentido justiciero del Estado. Tenemos años escuchando estas consignas, y también tenemos años conviviendo con los resultados. Esto último es importante, porque la única forma de poder evaluar la efectividad de una política es a partir de sus resultados. Pues veamos los elementos del mercado laboral hoy, resultado de esas políticas, y discutamos acerca de lo que es deseable y lo que no.
-       El sueldo mínimo es insuficiente para pagar la canasta básica alimentaria. Muy a pesar de que su incremento total en los últimos diez años haya superado el 500%[1].
-       El 44.1% de la población total ocupada se encuentra fuera del sector formal, es decir, las políticas laborales no lo benefician directamente[2].
Estos dos datos son reveladores. El primero, ¿Cómo es posible garantizar un nivel digno y justo de vida con ingresos por debajo de los costos básicos de subsistencia? El segundo, ¿Cómo puede estimarse de efectiva una política laboral cuando sólo beneficia al 56% de la población total ocupada?
Esto no es una crítica al gobierno actual, es una crítica a todos los gobiernos. Desprendiéndonos del primer punto y quedándonos sólo con el segundo, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la proporción sector formal – informal se ha mantenido de manera similar durante la dictadura de Marco Pérez Jiménez, durante los cuarenta años de la cuarta república y durante estos diez años que llevamos en Revolución[3]. Paradójicamente, a pesar de las diferencias ideológicas y políticas que protagonizó cada equipo en el aparato estatal, obtuvieron resultados parecidos en cuanto al mercado laboral. Con la meta de traer justicia y equidad a la población, implantaron políticas laborales (desde 1936 con la LOT, en 1940 la Seguridad Social, 1959 INCE, 1974 Salario Mínimo e inamovilidad, 1986 LOPCYMAT, y alimentación a los trabajadores en 1998) que no han pasado de ser una aspiración en tanto no satisficieron realmente el espíritu que las impulsó. No se le puede agradecer a estas leyes (manifestaciones positivas de las políticas públicas) el haber traído más equidad y justicia si ellas no son aprovechables por toda la población. El sector informal siempre ha sido importante, y los trabajadores que en él se encuentran nunca han podido disfrutar de un patrono que cumpla con las exigencias del Estado. Se necesita que la empresa esté formalmente constituida para que la coacción del Estado –instrumentada por medio de las leyes- sea efectiva. Sin esta formalidad, no hay política pública que valga.
Parece ser, que esas ideas que desde un principio inspiraron al policy maker a irse sólo a favor de los trabajadores no estaban tan ajustadas a la realidad. ¿Qué pudo haber pasado? Nos responderán: ¡Estas ideas son verdaderas!, el trabajador siempre ha estado en desventaja para negociar; el trabajador depende exclusivamente del salario para sobrevivir; el trabajador no puede prescindir de unos ingresos corrientes y estables. Entonces, ¿Qué sucede? Y obtenemos silencio. Nosotros proponemos responder: Sucede que el mercado no es un espacio donde interactúa solo el empleado, siempre a la sombra de un trabajador existe un empleador. El resultado en conjunto necesita de ambos actores, y si actuamos sólo a favor de unos olvidándonos de los otros, puede que ese resultado que buscábamos al implantar la política nunca se dé.
Debemos partir de la premisa que para que haya justicia social debe existir un marco lo suficientemente fuerte que resista el compromiso. Mientras que no haya un aumento sostenido de empresas nuevas, que permita la inclusión cada vez más mayor de empleados al sector formal, debemos olvidarnos de verdadera justicia y equidad social. Mientras que no se revisen las causas que desincentivan a los promotores de la innovación y el desarrollo a inmiscuirse en la aventura de constituir empresas responsables, debemos olvidarnos de seguridad social y alimentaria para todos. Mientras que no haya un espacio para la libre iniciativa, que tome riesgos con promesas de éxito, no habrá política laboral efectiva en nuestro país.
A las ideas verdaderas de la situación del trabajador, debemos incluir las igualmente verdaderas del empresario, el cual es más empresario por su capacidad de innovar, por su creatividad y su disposición a tomar riesgos para ser independiente, que por ser dueño del capital. El emprendedor, ávido de oportunidades para poner sus manos y su cerebro al servicio del éxito económico, pero sin un bolívar en su cuenta, a ese también hay que ayudar. Los hacedores de política deberían preguntarse también, cuántos de esos trabajadores que tienen la intención de ayudar, estarían más agradecidos al recibir oportunidades de emprendimiento empresarial, que garantizarles unas condiciones que ellos mismos aborrecen. Deberían preguntarse, ¿Cuántos prefieren sortear los riesgos que implica constituir un negocio? en lugar de buscar los medios para que reciban sólo pan y techo. Parece más deseable aducir a sus deseos de auto superación que a sus necesidades, porque en la lucha por conseguir ser exitosos muy seguramente quedarán libres de la preocupación por comer las 3 raciones diarias.


[2] Del Ministerio del Poder Popular para la Planificación  y Desarrollo: http://www.mpd.gob.ve/Logros-Revolucion/logros-soc/social6.htm#pib
[3] Para los datos desde 1952 hasta el 2002, ver: BAPTISTA, Asdrúbal. 2006. “Bases cuantitativas de la economía venezolana 1830-2002”. Fundación Polar. Caracas, Venezuela.

miércoles, 22 de junio de 2011

Las organizaciones políticas que necesitamos

INÉDITO, escrito originalmente el 06-10-2010

Los venezolanos sabemos muy bien que tipos de organizaciones políticas no queremos. Tal vez el común de las gentes no tenga la capacidad para hacer su lista de cosas que le desagrada al ver a los partidos hacer su campaña en las calles o al dar ruedas de prensa en la televisión, pero de lo que sí se puede dar fe es que, por medio del voto, ha castigado a quien en su entender popular no merece estar en el poder. Así en las elecciones de 1998 se impuso por sobre los partidos tradicionales una oferta nueva y esperanzadora expresada en Chávez, mostrando con hechos que no era suficiente que se acordaran del pueblo sólo en épocas electorales y que las políticas públicas se enfocaran principalmente en dar apoyo circunstancial y desordenado, manejando el poder más como un objeto preciado que como un medio de solución a la problemática social.

Los años han pasado y las elecciones parecen mostrar nuevamente que la gente está tomando posición frente a las organizaciones políticas que no quieren. Este 26 de septiembre nos mostró a un país polarizado, que bien se puede interpretar como desesperanzado. Al mismo discurso victorioso de hace 12 años, recibido como la gran oportunidad de dejar en el pasado esas prácticas clientelares y populistas, sólo preocupadas a conservar el poder, no le ha quedado nada más que la vacía voz de su líder, porque todo el contenido ha quedado corroído en las acciones que día a día desde 1998 ha tomado el gobierno en la vida pública. Al lado de cada esperanza abanderada, la desilusión de la ineficiencia administrativa; al lado de cada reivindicación social, un acto de corrupción evidente y descarado que sólo le resta oportunidades a los más necesitados; al lado de la presentación de cada obra revolucionaria, el funeral de miles y miles de humildes organizados por señoras de barrio que deben llorar a sus hijos muertos, porque no encontraron el espacio para crecer y desarrollarse con salud, educación y trabajo. Ya la eterna campaña electoral, el juego político montado sobre la polarización fracasó como aglutinador de esperanzas. Al final, se descubre que es más de lo mismo que adversó al inicio, que sus prácticas son hijas del pasado.

Pero si la votación estuvo tan pareja, ¿Cómo puede decirse que perdió el chavismo? La oposición con los años se ha ido fortaleciendo en términos relativos y absolutos, ha dejado de ser “antichavista en esencia”, y ahora se organiza y existe en función de la defensa de intereses superiores, que todos los venezolanos encontramos indispensables para superar la pobreza: la reconciliación, la paz, el respeto a la pluralidad, el trabajo y la justicia social, LA UNIDAD como fórmula para alcanzar el bienestar. El organizarse en función a valores y principios nos permite hoy decir que estamos convirtiéndonos en Alternativa. Por otro lado, la abstención no afectó a la Unidad, sino por el contrario al chavismo. Hoy en día hay mucha gente no está tan segura del camino que llevamos sea el mejor, y a pesar de toda la propaganda, ya no reaccionan ante la presión y poder del gobierno, prefieren dejar de votar antes de votar por Chávez, ¿No es eso acaso una buena señal?

A pesar de lo que se crea, el poder no puede sostenerse si no cumple su palabra, si luego de esperanzar los corazones los abandona y llena de frustración. La gente se cansó de sólo recibir, de ser tratados como entes pasivos que no necesitan espacio político y que pueden ser manipulados por medio de dádivas y amenazas. No quieren el pasado y comienzan a reaccionar frente al presente. Nosotros como Alternativa, debemos seguir en el camino trazado y aprovechar las oportunidades que se abren, y a nuestro entender, eso pasa por desarrollar espacios y canales de participación. El pueblo quiere convertirse en sociedad civil, con su reconocida importancia y capacidad de acción. Al lado de las banderas de la reconciliación, la seguridad y la justicia social debe ir el desarrollo de mecanismos que tomen en cuenta la idea del ciudadano activo, creador. Porque sólo por medio del empoderamiento social, de la conciencia de que todo política pública debe dirigirse al liberar al hombre de sus cadenas (expresadas en pobreza, inseguridad, insalubridad e ignorancia) para hacer la vida que desea,  es que podremos tener por fin país donde las organizaciones políticas se encarguen de representar a la sociedad civil,  y que esta no se deje manipular más nunca por las promesas vacías de un estafador. Empoderar significa dar herramientas al hombre para que desarrolle su identidad, autonomía, y que la ejerza con responsabilidad. Una sociedad empoderada no necesitará jamás un líder fuerte para existir.

La Venezuela que anhelo: un sueño, sus condiciones y un camino

Escrito el 22-11-2010 para el concurso "Pensando en Venezuela" promocionado por el IFEDEC.

La Venezuela que anhelo es un país donde se celebra la hermandad y la solidaridad. Donde hay un espaldarazo en cada esfuerzo, porque se reconoce que las capacidades humanas sólo se manifiestan cuando entregamos todo de nosotros por alcanzar metas, que el talento y la habilidad son bendiciones, y no existe discriminación porque el éxito social y económico se base en ellas. La justicia social no es pretexto para la envidia, sino el entendimiento de unas necesidades básicas que deben satisfacerse para desarrollar una vida plena y competente.

La Venezuela que anhelo es un país reconciliado con su historia, sus tradiciones y su empeño de ser el ejemplo de América. Porque así como en el siglo XIX partió de nuestras tierras la campaña libertadora, y como a mediados del siglo XX fuimos la única democracia asentada en el subcontinente, así podemos hacer del siglo XXI otro momento de grandes gestas. La lucha contra la pobreza, el bienestar  y el respeto a los derechos dejan de ser aspiraciones y se convierten en realidades.

La Venezuela que anhelo ha superado sus determinaciones naturales e históricas, se ha sobrepuesto de su condición de país con recursos abundantes, y demostrado que puede promover el desarrollo basado en las actividades productivas más disímiles y variadas. Ha aprendido de su largo camino de caudillos, y su sociedad es fuerte y empoderada. Las instituciones estatales representan en sus formas y mecanismos el ideal del balance del poder, y en sus relaciones con la sociedad se prioriza el imperio de la ley. Los líderes políticos entienden su rol como servidor público y enfocan su acción a una asistencia diligente hacia la ciudadanía.

La Venezuela que anhelo cuenta con un robusto sistema democrático que basa su fortaleza en la participación activa de sus ciudadanos, que no se limitan a votar sino que se involucran en todo el proceso de toma de decisiones. Existen canales institucionales para deliberar, que se hacen indispensables en una sociedad llena de ciudadanos empoderados, con identidad, autonomía y acceso al poder.

Pero, ¿Este anhelo dista mucho de ser realidad? La verdad es que no, y no hay que ser ilusos para creerlo. ¿Cómo podríamos hacerlo? ¿Cuál podría ser un camino para alcanzar ese anhelo? Para empezar, con un nuevo gobierno que celebre la unión de todos los venezolanos y se enfoque en ser plataforma. Una plataforma que refleje los intereses y aspiraciones de su gente los cuales se pueden resumir en bienestar y progreso; una plataforma que base su fortaleza en ser parte de un proyecto de país compartido por todos, que permita recuperar la confianza y cohesión social luego de tantos años de polarización e intentos de dominación. Esta sería la base fundamental del cambio. Parte importante de las transformaciones  sociales se alimentan de ideas y existen en un contexto que refuerza esas ideas. El gobierno, como tarea inviolable, debe materializar en acciones y discurso ideas que refuercen las percepciones del cambio, que hablen de entusiasmo, trabajo mancomunado y esperanza.
Este comienzo sólo es posible con una sociedad que ha aprendido la lección de haber abandonado el asunto público, y que en el tiempo que duró su aprendizaje, tomó conciencia de su rol y decidió aceptar la responsabilidad. Es por ello que en la Venezuela que anhelo el nuevo gobierno proviene de esa sociedad civil consciente, llena de ciudadanos que participan activamente de lo público y que han superado sus diferencias para crear un mejor país. El gobierno es sólo la manifestación de su gente, que por vez primera en su historia republicana ha decidido primero volcarse hacia sí misma antes de buscar el poder. En este vuelco los ciudadanos han estrechado lazos con todos los sectores excluidos de siempre y comparten una idea de hacia dónde se debe ir. Así, la confianza interpersonal es sustento de la confianza en el Estado y se hace posible emprender acciones que busquen eliminar el odio y el resentimiento.

Un gobierno que se responsabiliza de la transformación social y constituido dentro de una sociedad como la planteo, debe procurar que todas sus políticas públicas sean instrumentos de un movimiento espiral ascendente al progreso y bienestar, que, basándose en esta primera entrega de confianza y altas expectativas, concentre todos sus esfuerzos en abordar con premura la economía y la política social.

La política económica debe comenzar por lo básico: restituir las condiciones básicas para el desenvolvimiento económico, esto es, restituir las garantías constitucionales de libertad económica y autonomía del Banco Central. Luego debe plantearse de una vez la redefinición de la relación Petróleo-Estado y sociedad. El rentismo, clientelismo y estatismo son producto de la combinación de una sociedad tradicionalmente personalista con una fuente amplia de recursos. La sociedad en sus deseos y espíritu de cambio debe dejar de ser actor pasivo en esta relación y comenzar a empoderarse. El poder trae consigo responsabilidades y eso es lo que se quiere: una sociedad que entienda que la riqueza no proviene del subsuelo sino de su trabajo y, por tanto, concentra su aumento de la riqueza en el trabajo productivo. El petróleo en este escenario debe ser palanca de emprendimiento, hacedora de hombres responsables. La política social en este sentido va de la mano con la política económica. La transformación social que empieza con buen ánimo debe materializarse en resultados de procesos de mediano y largo plazo. Constituir una sociedad de hombres productivos pasa por invertir grandes esfuerzos en la educación. Así, el pilar de la política social debe ser la educación, una educación profunda y trascendente, que se ampare en una reformulación del sistema educativo venezolano. Esta reformulación parte de invertir la pirámide para enfocar recursos en la población que pueda generar mayor impacto, tanto por el número de beneficiados, como por la transformación cultural a suceder en las próximas generaciones.

La transformación social de Venezuela pasa por una sociedad civil mucho más involucrada en el asunto público, que permita, de la mano con las políticas públicas unas instituciones sólidas y funcionales. El fortalecimiento institucional sólo será posible en el momento que se establezcan y se ejerzan efectivamente mecanismos de control y resguardo. La contraloría social y la deliberación de los asuntos públicos son funciones vitales para la existencia de un país diferente.

El proceso hacia la Venezuela que anhelo es un proceso integral: la sociedad civil compuesta de ciudadanos empoderados trabajan de la mano de un gobierno que cumple su función, donde ambos –sociedad y gobierno- comparten un ideal, un espíritu de cambio y todos trabajan para el alcance efectivo de ese proyecto país. Además, este proceso se compone de 3 partes constitucionales e indispensables: un sueño compartido que moviliza a todos los sectores a luchar juntos por un cambio; unas acciones enfocadas en el corto plazo, que permitan aprovechar ese momento favorable en el que todos están dispuestos a colaborar, basadas en cambios coyunturales y estructurales; y unas acciones enfocadas en el largo plazo, enfocadas en hacer perdurable los logros alcanzados.

En fin, en mi Venezuela la realidad se colma de sueños concebidos, donde todos tenemos las mismas posibilidades de llevar la vida que deseamos, reconocemos nuestros deberes, y se respetan nuestros derechos. La economía está liderada por la iniciativa individual, la política está liderada por el servicio y lo social se define por las relaciones de solidaridad y apoyo mutuo. El asunto público en estas condiciones se convierte en aceite para la creación de riqueza,  en garante para el ciudadano y en espacio para el progreso y el bienestar.

Liberalismo o Socialismo… ¿tenemos alguna otra alternativa?

Antes de la Revolución Francesa y la Ilustración, imperaba como relación social lo divino sobre lo humano, la inamovilidad del mundo y la predestinación divina. El rey era elegido y protegido por Dios y la santa palabra era irrefutable. El desarrollo de la ciencia y el humanismo abrieron las puertas al hombre y con ello se justificó grandemente el individualismo. La constitución, división de poderes y soberanía del pueblo, fueron todos resultados políticos de asimilar todas esas ideas en las prácticas sociales. En lo económico, la Revolución industrial permitió romper la profecía maltusiana y obtener sendas de crecimiento que trajeron una calidad de vida nunca antes experimentada por la humanidad en su historia. El individualismo fue arma de la revolución, la concepción del mundo que permitió que la historia experimentara cambios cualitativos importantes. Los hombres de la Edad Media no tienen punto de comparación con los hombres modernos, estos han superado el mito y roto las barreras, han demostrado que la Tierra no es el centro del Universo y que es ella quien gira en torno al Sol. El fruto del uso de la razón fue la rebelión a lo establecido.
Pero la historia no se detiene y no se estabiliza, se mueve hacia adelante con paso certero y firme, a veces lento a nuestros ojos, pero siempre está en movimiento.
No pudimos quedarnos quietos y a lo obtenido lo juzgamos. No los protagonistas históricos del momento, ni tampoco aquellos que disfrutaban de sus beneficios, sino aquella parte de la humanidad marginada, que formaba parte de la construcción de la riqueza pero no podía disfrutar de ella. Ni tampoco de la democracia, porque sólo tenían derecho a voto  aquellos que tuvieran la razón, y en este primer momento la convicción era que la razón no les pertenecía ni a los obreros, ni a las mujeres, ni a los analfabetos. Exclusión social, explotación y desigual distribución de los derechos, realidades todas que los nuevos agentes del cambio reclamaban al sistema. Ya no será el individualismo quien abandere la transformación, el ha quedado relegado al lugar del acusado. Es la época del cambio y será el desarrollo de lo Social quien dictará la pauta. Firme en críticas y observaciones pero apresurada en conclusiones la lucha social nos llevó a conflictos difíciles. No fue, como la revolución pasada, un conjunto de acciones no concordadas trabajando por el mismo fin, esta fue intencionada y dirigida, determinista y violenta. Como se esperaba, no dio resultados, fue demasiado el ego con que se estimó el cambio, no se percató que la interacción humana y social involucra millones de acciones imposibles de coordinar, de someter, de coaccionar. En la lucha por el cambio obvio los avances hechos por el individualismo e intentó suprimirlos. Fracasó, no podía haber otro destino diferente.
Sin embargo, las demandas fueron oídas y al igual que la primera revolución que permitió la entrada a la Era Moderna otra se estaba gestando. Pequeñas acciones que produjeron cambios cualitativos, el Estado Social de Derecho, el Estado de Bienestar como alternativas, y el voto universal, la justicia social y la distribución equitativa del ingreso como compromisos insoslayables fueron muestras tangibles de esos cambios. Todas estas acciones tomadas del Estado, desde el extremo jerárquico de la sociedad.
El elemento social conviviendo con el individual, una revolución construida sobre otra, tomando lo mejor de cada una. Hemos llegado al presente, somos nosotros los actores de este momento histórico. Conocemos el movimiento, la tendencia, sabemos que es indetenible. No estamos satisfechos con lo que vemos, las revoluciones que otros han protagonizado no terminan de alcanzar sus promesas. Bienestar social, justicia y equidad son sólo aspiraciones, queremos que se realicen.
Este es nuestro reto, esta será nuestra hazaña, Estamos destinados a ser los protagonistas del próximo cambio histórico, aquel que termine de hacer cuajar las contradicciones, porque conscientes estamos que los logros del pasado deben perdurar, tanto la constitución, la división de poderes y el sistema económico basado en el incentivo y esfuerzo individual, como la democracia plural, participativa e incluyente, la distribución y la justicia social.

A quitarse el velo

El discurso y las acciones de nuestro Presidente han marcado las relaciones políticas entre nosotros los ciudadanos. Con sus arengas ha logrado dividir al país en dos polos: uno chavista (fiel al personalismo, el cual se aprovecha de la enfermedad social del venezolano que ha vivido bajo el bolivarianismo, el paecismo, el monaguismo, el guzmancismo, el castrismo, el gomecismo, hasta los no menos malos betancurismo, perenismo y caldersimo); y otro polo desarticulado, diverso y plural, que por su misma heterogeneidad se descubre relativamente débil frente al primero.
Esta división ha vislumbrado en el asunto político una cuestión básica: la lucha entre quien tiene el poder y quien lo sufre. Porque luego de legitimado por los mecanismos democráticos que el sistema jurídico imperante conserva, el presidente se ha encargado de romper el contrato social primigenio y oprimir a la ciudadanía, demostrando que la relaciones políticas no son sólo de contrato/opresión, sino también de dominación/represión. Es decir, que bajo la aparente racionalidad que existe en los arreglos jurídicos, la cuestión política siempre ha sido una guerra entre los diferentes actores de la sociedad por hacerse con el poder. Ya Foucault lo decía al invertir el aforismo de Clausewitz, “La política es la continuación de la guerra por otros medios”. La verdad es, que quien detenta el poder domina, porque poderoso es quien puede imponer su voluntad, aún en contra de toda resistencia. Es por esta verdad que el poder se basa en la fuerza, y las relaciones contractuales son sólo el esfuerzo occidental por legitimar esa dominación.
Esto nos trae a otro problema: la soberanía del pueblo. Concepto amplio y ambiguo que en esencia quiere decir que el poder reside en cada individuo, cada ciudadano, quien al articularse con sus iguales, en conjunto deciden sobre lo público. Concepto que esconde bajo su intención y su espíritu una histórica lucha por crear un marco, en el cual el poder -que es siempre dominación- se limite, se controle, se legitime. La realidad es, que cuando se irrespeta los arreglos institucionales, cuando el gobierno deja de ser fiduciario del poder del pueblo y se apropia de él contra todo contrato social previo, podemos ver como la soberanía popular se desvanece y volvemos a lo más básico y primitivo del asunto político, a saber, que es una guerra en donde hay un dominador y un reprimido.
Chávez, usando las herramientas de legitimación del Estado de Derecho ha escondido la realidad última del poder: es un acto de dominación, una lucha en donde el detentor del poder reprime a quien no está dispuesto a hacer su voluntad. Chávez ha usado la soberanía del pueblo como cubierta para legitimar ante nosotros y el mundo la verdadera relación que plantea a la sociedad, una relación de dominación/represión.
Es así como de facto hemos dejado de estar en un Estado de Derecho democrático, porque democracia existe cuando la decisión de lo público es competencia de todos y existen procesos decisorios para ejecutar ese poder soberano. La democracia necesita que el poder resida en la gente para que las votaciones no sean simples actos vacios.
La realidad está viciada en su raíz porque nuestro poder ha sido usurpado. Es Chávez quien decide, es Chávez quien reprime la diversidad. No importa que todavía exista una cáscara que aparenta división de poderes y órganos independientes, porque la realidad es que el objetivo de la organización política se ha perdido, el poder lo conserva un sólo hombre, que nos domina, que nos reprime, que nos impone su voluntad.
Ya lo vemos con la violencia que arroja cada día, con las bombas pimienta que usa a reprimiendo marchas, con la elección a dedo de representantes públicos susceptibles de votación, con el irrespeto de no considerar nuestra voz para aprobar leyes, con el mensaje de odio que transmite a sus seguidores. Somos enemigos porque nos negamos a cumplir su voluntad, somos enemigos porque nos negamos a entregar lo que por convicción y tradición es nuestro, el poder que tenemos sobre nosotros mismos. Porque en su insaciable ambición lo quiere todo para sí, porque su deseo más íntimo es dejarnos sin nada.
Debemos aceptar la realidad más básica del asunto político, que estamos en una lucha por el poder, una lucha en la que la que Chávez hace uso de todos los instrumentos gubernamentales por mantenerlo. A veces vestidos de ministros como Cabello, El Aissami, Samán; o de coroneles de la GN como Benavides, pero siempre con el objetivo claro de dominar, reprimir, anular. Debemos aceptar que no se nos dará guardia y que el objetivo de ellos es destruir lo que somos y convertirnos en masa, en unos idiotas aduladores que aceptan todo sin objeción.

Inseguridad para el gobierno

Publicado originalmente en julio de 2009 en: http://futureando-blog.blogspot.com/2009/08/inseguridad-para-el-gobierno.html

El problema de la inseguridad es tan apremiante que los venezolanos lo ponen de primero en la lista de tareas pendientes del gobierno. El problema, tan delicado como complejo ha pasado por debajo de la mesa durante los diez años de gobierno del presidente Chávez. Éste ha tenido la especial virtud de hacerse la vista gorda con la inseguridad que día a día ha crecido desde su estancia en el poder. Luego de tantas quejas y reclamos de la ciudadanía, por fin los organismos gubernamentales decidieron ponerse la braga para trabajar y darse de pecho contra el hampa. ¡Santa salvación! Han pensado algunos, quienes confían aun en las acciones de Estado para resolver todos los problemas. Pero no contaban con que la inseguridad que le preocupa al gobierno es diferente a la inseguridad que denuncia diariamente toda la gente que sufre de robos, secuestros y asesinatos, no contaban con que el gobierno le teme a un arma que no es de fuego, y que la posee toda persona que se encuentra bajo su tutela, arma diferente a la que usan los delincuentes para robar y asesinar a sus víctimas; esa arma es la opinión.

El gobierno ha dispuesto de todo su poder para acabar con la inseguridad informativa, porque ha descubierto que por medio de ella la otra inseguridad (la de la integridad física, psicológica y social) se aparece tal cual es, un verdadero problema nacional. Pero no sólo la otra inseguridad se pone de manifiesto, sino también toda aquella inmensa cantidad de ideas y opiniones divergentes al pensamiento rojo y doctrinario del partido único de gobierno.

Luchará contra la delincuenciamediática en vez de luchar contra la que cuenta con armas de fuego y azota los barrios, calles y avenidas, que no es mediática sino directa, tangible y destructiva. El gobierno, ha descubierto en la libertad de expresión la verdadera fuente del delito y por ello está haciendo todo lo posible para destruirla. No se contenta con redactar leyes que tipifiquen el delito mediático, sino que cierra y clausura medios de comunicación. No se contenta con negar la concesión de RCTV y cerrar emisoras por supuestas “desavenencias administrativas”, y ahora va detrás de otras 240 emisoras de radio y Globovisión, demostrando que es más importante para el régimen la diversidad de pensamiento que la vida de las personas que viven bajo su poder.

Y es que mientras el país se desangra en la más cruda violencia, mientras madres y padres a diario deben llorar sus hijos asesinados, mientras que todos los habitantes vivimos en una continua zozobra por lo que nos pueda pasar, a nuestro presidente sólo le preocupa lo que se pueda opinar de él y de sus ideas. Como a lo largo de 10 años no ha logrado la imposible misión de destruir la diversidad de pensamiento que es natural de la existencia humana, se ha puesto a la tarea de destruir los medios por los cuales se canaliza esa diversidad. Lo importante para él es que se siga su guión, no que se haga con convicción, miedo o coerción. Lo importante para él es destruir nuestra dignidad y convertirnos en masa, que entrega sus cualidades humanas y posibilidades de ser al líder, quien sabe lo que es mejor para todos.

Un gobierno no puede ser democrático si le teme a las opiniones de sus ciudadanos. Un gobierno no puede ser democrático si se sacrifica la pluralidad y diversidad de pensamiento por una mal llamada “Revolución”. La libertad de expresión es un valor fundamental dentro del juego político democrático, indispensable para la vivir plenamente como ciudadanos que desean un mejor país y que tienen la capacidad para construirlo.

¡No seamos títeres dentro de esta frenética y ridícula obra teatral, despertemos y reclamemos lo que por derecho, historia, tradición y convicción es nuestro, luchemos porque se respete nuestra libertad!

La libertad: nuestro destino inexorable

Publicado originalmente en julio de 2009 en: http://futureando-blog.blogspot.com/2009/08/el-hombre-medio-se-encuentra-rodeado-de.html 
“… [El] hombre medio (…) Se encuentra rodeado de instrumentos prodigiosos, de medicinas benéficas, de Estados previsores, de derechos cómodos. Ignora, en cambio, lo difícil que es inventar estas medicinas e instrumentos y asegurar para el futuro su producción; no advierte lo inestable que es la organización del Estado, y apenas siente dentro de sí obligaciones. Este desequilibrio lo falsifica, le vicia en su raíz de ser viviente, haciéndole perder contacto con la sustancia misma de la vida, que es absoluto peligro, radical problematismo”

Estas fueron palabras de Gasset (1929) cuando reflexionaba acerca del porvenir de Europa. Se daba cuenta que las nuevas generaciones disfrutaban la comodidad que la lucha intelectual había alcanzado, olvidándose de los sacrificios y los años que estas luchas implicaron. En este desdén que las nuevas generaciones han tenido acerca de las bases de nuestra organización social actual se encuentra la semilla de la presente crisis.


El problema de la libertad es que luego de alcanzada se ha menospreciado. En la historia han coexistido distintas corrientes: la independencia de Latinoamérica y los propios procesos de Europa y EEUU con la realidad social de las gentes de nuestro subcontinente. La lucha por la libertad se inició mucho antes de que fueran nuestras tierras descubiertas, y al sentirnos oprimidos por el yugo español nos asimilamos a sus principios. Reconocido está que hasta que no se siente internamente la opresión no se reclama, y es por eso que fueron los independentistas los que con el nombre “Libertad” embanderaron sus campañas.

Al sentirnos oprimidos por este nuevo devenir reaccionamos y entendemos que la libertad no era sólo el deslastrarnos del control de la Corona. Entendemos que la libertad es un valor mucho más amplio e incluyente, infinitamente íntimo y abstracto. Se encuentra en cada aspecto de nuestra existencia y reclama de nosotros la más fiel vigilancia. Es delicada y fina, quebrantable por cualquier flanco, porque en la más pequeña agresión al derecho del individuo de ser según sus designios, en la más simple violencia a nuestra voluntad en tanto no agresora de otras voluntades, se descubre la fragilidad del más bello ideal humano.

En el presente los nuevos líderes mesiánicos –Chávez, Morales, Correa- se acongojan del sistema político heredado, promueven su remoción y proponen radicalizarnos. Sus seguidores se suman a sus arengas olvidándose que la historia se construyó de otra manera. Tanto unos como otros representan ese hombre medio de Gasset, aquel que disfruta de los beneficios de la libertad y al mismo tiempo atenta contra su existencia. Desconocen que antes de la justicia social se necesita un respeto irrestricto a la individualidad. Porque sólo se puede redistribuir cuando existe algún producto que dividir, y sólo existe producto en la medida que se crea. La riqueza sólo se crea cuando existe libertad para cada persona, y así ésta explote su capacidad creativa. Justicia social sólo podrá tener cabida cuando cada quien tenga el espacio de creer en lo que quiera y profesar lo que desee. Verdadera igualdad habrá cuando cada quien tenga la misma consideración que otro sin importar su origen, raza, sexo o afinidad sexual.

No en vano la lucha por la libertad ha sido tan costosa, no hay duda que es inapreciable. La reforma que más avanzaría en la causa de la libertad en Latinoamérica es la lucha consecuente contra ésta nueva moral que los líderes mesiánicos nos pretenden inculcar, es recordar que todo nuestro presente se levanta sobre la lucha por ella, es lucharla con la misma ferocidad que William Wallace en Corazón Valiente, al cual ninguna tortura apaciguó, ningún Dios y Rey detuvo, y justo antes de morir llevó a lo alto el más excelso de los valores humanos: LIBERTAD. Debemos levantarnos contra estos líderes y recitar a Gasset:

“Todos saben que más allá de las justas críticas con que se combaten las manifestaciones del liberalismo queda la irrevocable verdad de este, una verdad que no es teórica, científica, intelectual, sino deun orden radicalmente distinto y más decisivo que todo eso –a saber, una verdad de destino” (Ortega y Gasset, 1929, La rebelión de las masas)
Nuestro destino es ser libres, eso es inexorable.

Educación como instrumento totalitario

Publicado originalmente el 23-08-2009 en: http://blogs.noticierodigital.com/arnal/?p=717
“Allí donde el totalitarismo posee un control absoluto sustituye a la propaganda con el adoctrinamiento y utiliza la violencia, no tanto para asustar al pueblo (esto se hace sólo en las fases iniciales, cuando todavía existe una oposición política) como para realizar constantemente sus doctrinas ideológicas y sus mentiras prácticas”. Esto lo escribió Hannah Arent cuando se preocupó en estudiar los sistemas de información, propaganda y educación de los regímenes soviéticos y alemanes de la época nazi. Seguido de esto da ejemplos de cómo para seguir en su programa de convertir a la ciudadanía en populacho –masa inerme, idiota y fanática que entrega su poder al hombre fuerte- los nazis aniquilan a los intelectuales polacos y Stalin reescribe la historia de la Revolución Rusa a base de destruir los antiguos libros y documentos, los autores y lectores de esa Revolución que no lo tuvo a él como principal protagonista. Nada tuviera que ver lo anterior con nuestro país a no ser por las últimas dos semanas. Y es que a pesar de todas las acciones pasadas llevadas a cabo por el gobierno, ninguna otra ha sido tan directamente direccionada a destruir con mentiras y falsas propagandas todo el sistema cultural venezolano. La promulgación de la nueva Ley Orgánica de Educación, la forma como se aprobó y sobre todo su contenido; la amenaza constante a los medios de comunicación y la violencia con la que se reprimió la marcha del sábado, relevan sospechas de que nos encontramos en un régimen con dirección al totalitarismo. Y esto sólo quedara en sospechas si no fuera porque en estos precisos momentos ya está montada una máquina de adoctrinamiento y de idiotización masiva.
Un artículo publicado recientemente por el diario VEA y reproducido por la gerencia de Asuntos Públicos de PDVSA contiene verdaderas frases impactantes: “Nosotros odiamos a las oligarquías con el odio que pregonaba Martí: la odiamos porque se opone a que instauremos la sociedad del amor, la odiamos porque luchamos contra el odio. Razón tenía el Ministro Ramírez cuando clamó su odio a las oligarquías: ese odio es el que sale de lo más puro del alma de los guerreros del amor (…) Nosotros compartimos el odio del Ministro, porque el odio de los revolucionarios es un odio guiado por profundos sentimientos de amor (…) Las fronteras no serán las geográficas, esas se borrarán. Las fronteras serán las de clases: nos guiará el odio a las oligarquías y el amor a los humildes”.
Pregunto: ¿Este es un mensaje destinado a mantener el equilibrio social? ¿Es un mensaje que va acorde con nuestras tradiciones culturales? Y, yéndonos a la verdadera atrocidad y delicadeza del asunto: ¿No es un mensaje doctrinario y violento, que incita al radicalismo y a la destrucción? ¿Se puede pensar acaso que este mensaje va hacia la tolerancia y la paz? Esta es sólo una muestra de lo que vendrá a continuación. Ha quedado en la discrecionalidad del gobierno decidir que mensajes son censurables y cuáles no, ha quedado en su potestad destruir la diversidad. Tiene el camino abierto a construir su doctrina, a celebrar el odio, la muerte, la violencia. Este es el principio del camino totalitario definitivo, no hay vuelta atrás, después de esta ley, de este artículo, todo lo que vendrá es oscuridad

Llamado a la juventud venezolana



Artículo publicado originalmente el 16-08-2009 en: http://blogs.noticierodigital.com/arnal/?p=707 


Esta foto fue tomada pasadas las 6:30 de la tarde de hoy. Muestra una tarima medio desarmada y unas calles mojadas por la lluvia. ¿El evento que se realizó más temprano? La primera Asamblea Deliberativa convocada por la mesa de Unidad Democrática. Es de extrañar que a pesar de tan graves agresiones que estamos sufriendo como sociedad por parte del gobierno -ataque a la libertad de expresión, cambios en las leyes electoral, propiedad y educación, entre otros- eventos como estos no logren encauzar toda la frustración y deseo de manifestar de la gente. Por que a pesar de que la plaza Brión estuvo llena por un rato, a pesar de que al parecer esta primera asamblea fuera un éxito, al acabar el evento cada quien volvió a su casa. Pareciera que nadie se atreve a soltar todas esas ganas de decir: ¡Ya basta! y en su lugar se limita a seguir un guión, como si la motivación que los hizo salir de su casa hubiese sido concentrarse. Pues no, la idea no es concentrarse la idea es manifestar, esa es la necesidad que tiene toda la ciudadanía al estar presente en actos políticos. No están de acuerdo con los cambios y quieren actuar para evitarlo. Y muy a pesar de ello al terminar la asamblea vuelven a sus casas…
 
Con lo que se les escucha decir a la mayoría, con la insatisfacción que cargan, es fácil imaginar que si fueran otras las circunstancias toda esta gente que fue a Chacaito se hubiera quedado y muy seguramente hubiese surgido una manifestación fuerte y viva de manera espontánea. Así no se dieron las cosas y la gente de nuevo regresó a su casa. ¿Por qué se da este fenómeno? ¿Por qué nuestros líderes políticos no son capaces de capitalizar ese descontento contra el gobierno? ¿Qué es lo que hacen para evitar que la sociedad civil termine de entregarles su confianza? Mucho he escuchado que las prácticas políticas de la cuarta se siguen viendo en estos líderes de oposición, mucha de las acciones que también cansaron a la población en el pasado se siguen realizando. La antipolítica está en el corazón de la moyoría. Entonces, ¿Hasta cuando vamos a permitir nosotros los jóvenes que se siga haciendo lo mismo?
 
Nosotros somos sangre nueva y nuestra mente está sana, ¡Podemos transformar la historia! Decir NO a las tradiciones políticas clientelares, populistas y promovedoras de corrupción. ¡Podemos actuar diferente! El destino del país descansa sobre nuestros hombros, así nos lo ha hecho entender todo el mundo, desde los medios de comunicación, los intelectuales y los mismos líderes de oposición que hoy seguimos. Nos ha sido entregada la tarea de forma prematura, porque sólo quien está libre de esa reputación puede actuar y convencer, porque esa gente que hoy se fue frustrada a su casa sólo creerá en nosotros. Tenemos que aceptar nuestro deber con gallardía y astucia. ¡No repitamos los errores del pasado! Construyamos país a partir de la voluntad de cada persona, que sea el pueblo el protagonista de este cambio. Demos la esperanza que nadie más puede dar y transformemos el futuro. Chávez tiene una desventaja que ni Dios puede evitar: está viejo y desacreditado, ¡Capitalicemos lo logrado y sigamos a adelante!