jueves, 5 de abril de 2012

Oposición sin visión no es solución

Inédito


Los grupos que se le oponían a Carlos Andrés Pérez en su segundo gobierno son los que hoy se le oponen a Chávez. Este hecho, casi inadvertido con el pasar de los años, me causó gran impresión luego de dedicarle algo de mi tiempo libre a la lectura de "La rebelión de los náufragos" de Mirtha Rivero. Los grupos económicos, los medios de comunicación, los partidos políticos (hasta Acción Democrática, que en su mayoría no apoyaba a su presidente, a pesar de ser un símbolo histórico del partido). Y me causó gran impresión porque el gobierno de CAP II y el de Chávez no tienen analogías, o por lo menos, éstas no son evidentes. Tampoco hay similitudes en los temas que se esgrimen y se esgrimían hoy y en aquel momento contra los gobiernos a los que se les oponen. Siendo diametralmente diferentes los gobiernos y diametralmente diferentes las razones por las que se le oponen los grupos de la sociedad civil, resulta contra intuitivo imaginar que eran los mismos grupos los que se les oponían a uno y otro gobierno.

Para nuestro primer caso, CAP II, la oposición se basaba para la izquierda en las medidas neoliberales del gobierno, para la derecha en la corrupción de los que gobernaban. Ese debate de élites intelectuales (que podían discernir entre una posición ideológica u otra) se filtraba a la población en pastillas comunicacionales: El político sólo está interesado en robar, el sistema está enfermo y los caminos regulares no sirven para resolver nuestros problemas, entre otras cosas, que se transformaron en las bases de la antípolítica. Estas pastillas no fueron sólo generadas por los medios de comunicación, sino también por los mismos actores políticos. Algunos justificando los golpes de Estado, otros desprestigiando públicamente a sus adversarios aun siendo del mismo partido político (la población decía, si así son las cosas en el partido, cómo serán en el gobierno), e incluso aprovechándose del déscredito de algunos y abanderando el mensaje "Yo no vengo de ningún partido" para alcanzar el poder.

Para nuestro caso hoy, hemos vivido durante años una oposición basada en las críticas a la ideología del partido de gobierno, al sectarismo, al poder de los ministros y los que están en altas posiciones de poder. Estas críticas suenan a veces como gritos del niño que ha perdido su posibilidad de jugar videojuegos porque otro tiene el control, gritos que provienen no porque el control se perdió de manera violenta o porque no se esperó a que se acabara el turno, sino por el simple hecho de no tener el control en las manos. Y aquí está mi primera gran impresión al repasar la lectura del libro: oponerse por oponerse no da resultado, hay que tener claridad que es lo que se crítica y por qué.

A mi entender, las críticas más fuertes al gobierno de CAP II identificaban síntomas del problema como causas, y al proponer su desaparición, crearon nuevos y más profundos problemas. El problema no eran sólo los políticos de la época, y que con el tiempo se hayan propuesto alternativas como actrices de televisión o militares para su reemplazo es un indicador claro que como sociedad no identificamos correctamente cual es el problema. Traigo esto a colación porque no es suficiente el acuerdo común entre los factores que hacen vida en una sociedad de que hay que cambiar (como efectivamente pasó con CAP II, que después de un breve intermedio con Caldera terminamos teniendo a Chávez como propuesta de solución a la antipolítica del momento), eso es una condición necesaria para producir el cambio, pero no suficiente. Hace falta tener claridad de que es lo que hay que cambiar, por qué hay que cambiarlo, y más o menos hacia donde se quiere transitar. A mi entender ese es el rol que juegan los políticos hoy día. Sin actores que sepan lidiar con los múltiples intereses sociales, que estén dispuestos a trabajar en los asuntos públicos con un sentido de servicio y con una legítima aspiración al poder, no podremos avanzar a mejores posiciones como sociedad. Pero, ¿Qué tienen que ver los políticos con la condición suficiente para que el cambio sea provechoso para todos? Tiene que ver todo, por que la otra condición para progresar es que la sociedad comparta una visión, un conjunto de aspiraciones que quiera alcanzar, y luego debe formarse un proyecto para esa realización. Para que exista esa visión compartida se debe trabajar en ella y ese es uno de los roles del político: ser promotores en la construcción colectiva de la visualización del futuro que queremos. Pero aun eso no es suficiente. Los políticos tienen la obligación de proponer proyectos para la realización de esa visualización.

A mi entender hoy nos encontramos en una situación similar a la de los años 90, exigimos un cambio y hemos establecido cuales son las cosas que queremos que cambien ¡Cuidado! Podemos equivocarnos nuevamente y confundir los síntomas con causas. Establecer, por ejemplo que es la ideología del gobierno la que nos metió en este problema, cuando la realidad es que después de más 20 años del Caracazo, aun no hemos establecido una verdadera democracia deliberativa, donde además de la amplia participación popular, se establezcan mecanismos para empoderar a toda la población; o decir que el problema de la violencia es porque hay más malandros en la calle y se olvida que las policías, los tribunales y las cárceles no están cumpliendo su función; o decir que el problema económico son las negociaciones con China y Bielorrusia en lugar de negociar con las empresas nacionales, cuando nuestra productividad es baja y no somos competitivos. 

En el pasado exigimos cambios y quienes eran nuestros responsables políticos tomaron los mensajes de moda y llegaron al poder, contando sólo con una visión de lo que no quería la sociedad pero sin una visión clara de futuro; sin un proyecto definido, y de tenerlo, con unos actores sociales sin disposición a transitarlo. Hoy, estamos en las vísperas de un nuevo cambio, un cambio demandado por los mismos sectores que en un momento trajeron a Chávez al poder y creo pertinente hacer 2 advertencias: 

1. A la sociedad: primero, los políticos son necesarios para la creación e instrumentalización de nuestros ideales colectivos. Segundo, no es suficiente aspirar juntos a un cambio, es necesario tener la aspiración común de adonde vamos.
2. A los políticos: Es legítimo adaptar el proyecto político a las demandas sociales, pero no es legítimo construir un proyecto político basado sólo en la moda electoral, porque no se construye futuro sin una visión clara de lo que se va a hacer con el poder. 

Los tiempos que vienen serán mejores en la medida que como sociedad compartamos una visión de país, y que nuestros políticos trabajen por ella.